LIBERACIÓN DE EMOCIONES

Emociones Atrapadas

Todo, absolutamente todo, es energía. Somos energía y nuestros pensamientos y emociones también lo son.
Estamos constantemente sintiendo y experimentando emociones positivas y negativas. Las emociones hay que vivirlas, procesarlas y dejarlas marchar. Pero algunas de estas emociones pueden quedarse atrapadas en el cuerpo energético debido a la intensidad con la que las hemos vivido o a un debilitamiento.

Cuando esto sucede, se produce una interferencia en la capacidad innata del cuerpo para sanarse o solucionar conflictos. El desequilibrio que producen las emociones atrapadas afecta al cuerpo físico en forma de dolor, disfunción de órganos y glándulas, debilitamiento del sistema inmunitario o cualquier otro síntoma, al cuerpo emocional, con sentimientos de inseguridad, miedo u otra emoción y a la mente, en forma de ansiedad o bloqueos de cualquier tipo.

El dolor físico es la manera que tiene el cuerpo de avisarte que hay un problema. Las emociones atrapadas crean el dolor, al menos el 50 % de las veces.

Pero ¿qué sucede cuándo estas emociones negativas entran y las experimentamos pero no las dejamos salir? Es entonces cuando empiezan a acumularse en nosotros, una tras otra, y hacen que nos comportemos como no somos en realidad, que nos quedemos atrapados en el pasado y que vibremos en determinadas frecuencias emocionales que no queremos sentir.

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Las emociones hay que vivirlas, procesarlas y dejarlas marchar

No nos damos cuenta de qué está sucediendo, pero nos volvemos mucho más ansiosos, o irritables o tenemos reacciones exageradas. Realmente, es nuestra carga emocional la que está controlando nuestra forma de actuar y relacionarnos con los demás. Estamos condicionados por el peso emocional de nuestras vivencias.

El muro del corazón es perfecto para cuando es necesaria esta protección, pero no es una solución permanente. Cuando el peligro ya ha pasado, hay que liberarse de él, porque si no, puede bloquear nuestra capacidad de dar y recibir amor, crea aislamiento, depresión, adicción,… Otros efectos secundarios pueden ser dolor de cuello, de hombros, de espalda, en el pecho, disminución del sistema inmunitario.

Por eso, hay que expresar las emociones, dejarlas salir, sean las que sean, ya sea hablándolo, sintiéndonos comprendidos, llorando… No ocultarlas bajo la apariencia de que todo va bien, sino darles el reconocimiento necesario para que puedan salir de nosotros.